domingo, 1 de abril de 2012

Reverberación

Aquellos acordes le trasladaron a lo más recóndito del pasado, a los laberintos de aquel diálogo interior, reducido a lo inaudible. La sordina dejaba aquel rubor con una aspereza sin igual. El frenesí diario había hecho de aquella voz un mero rumor de cacofónicas sílabas. Pero surgió ese alguien, que le recordó la importancia de aquellas imágenes, de aquel sentir de antaño. Sin duda, se trataba de ese rayo de luz que bañaba cada esquina, cada ángulo de la habitación. Era aquella sombra grácil generada al paso de cada frase, de cada página, de cada ideal. Palabras que se deshacen en el paladar, día de enorme bienestar que hace de aquella instantánea un momento sin igual. Vida extremadamente corta, que hace imperioso disfrutarla en cada momento, en cada sueño existencial. Impronta nimia que dotas de sentido su existencia. Pero la vorágine diaria aniquila lo esencial y lo hace imperceptible, reduciéndolo a la nada. Aquella existencia contemporánea robaba el alma de los pasajeros que vagaban por ella sin rumbo, sin horizonte temporal…