lunes, 19 de octubre de 2009

Deber vs Querer (II)

Si en el post anterior se estudió la canalización de las emociones en la juventud a través de la violencia, en éste se hará vía intelectualización o pensamiento. En numerosas ocasiones la exposición a determinadas situaciones origina lo que Renny Yagosesky denomina el estrés emocional. El individuo desarrolla un cuadro ansioso que lo bloquea o lo inhibe de sus capacidades y potencialidades. El problema  radica en que tenemos un sistema de alarma anticuado como ya anunció Golemann. "La amígdala examina la experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado, utilizando un método asociativo, equiparando situaciones por el mero hecho de compartir unos pocos rasgos característicos similares, haciendo reaccionar con respuestas que fueron grabadas mucho tiempo atrás, a veces obsoletas".
En otras palabras, se podría afirmar (no con poca polémica) que el hombre en sistuaciones de estrés o miedo responde fisiológicamente a un impulso de nuestro cerebro primitivo. Posiblemente se trate de un mecanismo de supervivencia básicos que otorga una respuesta muy primitiva. Es decir, que ante estas situaciones se produce lo que se podría llamar condicionamiento básico de emociones.
Si esta reacción se producía ante la amenaza de un león, hoy lo puede ser ante el "león social"; es decir, una evaluación, exámen o entrevista de trabajo.
Si en la selva el sistema potenciaba la fuerza física como medio de supervivencia, hoy lo hace en ocasiones a través del pensamiento.
Entonces se desarrollaron potencialidades físicas increíbles; mientras que ahora sólo nos queda "el pensar la salida" en este laberinto posmoderno (como le búsqueda angustiosa del teléfono en Matrix). Bauman en su modernidad líquida expuso el estrés psíquico que padecemos ante un escenario que evidencia cambios estructurales en menos de una generación. Nuestro cerebro se tiene que adaptar a modificaciones cada vez mayores y en ocasiones nuestra mente es nuestro único salvavidas.
Esta especie de sillas musicales constante nos sume en una cavilación compulsiva, en un pensar desfocalizado.
¿Qué puede ocurrir entonces? Pues simplemente que la mente en lugar de ser nuestra vía de supervivencia, se convierte en nuestra principal amenaza. El problema está cuando ésta indentifica estos cambios con un peligro y amenaza constante. Entoces comienzas las rumiaciones infinitas, el eterno cavilar...
No sólo suponen un "gaspillage de energía" bestial sino que agotan al timonel de forma asombrasa.
Deja de distinguir entre el día y la noche; entre el estrés y la quietud.... Y entonces deriva todo en diarreas mentales... Una vez más nos encontramos ante un mal aprendizaje en la asimilación de reacciones de miedo o estrés. La excesiva intelectualización o raciocinio puede llegar a ser tan perjudicial como el canalizar las emociones a través de la violencia. Aunque mientras en éste el daño es individual, en aquel es colectivo y por lo tanto más notorio. Sin embargo ambas vertiente deberían ser igualmente objeto  de reflexión por nuestros dirigentes para poder alcanzar un máximo nivel de bienestar colectivo.



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